Fotografía: ÓSCAR GARCÍA/ fachada casa de las muertes
Actualmente goza de una perspectiva que no tuvo en sus orígenes, pues estaba situada en una calle estrecha que llegó a identificarse tanto con la casa que, desde 1605, era conocida por “Calle de las Muertes”; pertenecía a la parroquia de Santa María de los Caballeros, nombre muy expresivo de la condición social de los que habitaban la zona.
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Pero, ¿qué ocurrió tiempo atrás en esta casa?
¿De dónde viene su tétrico nombre? Para responder a esta pregunta hay que estar dispuesto a aventurarse en el movedizo, confuso y oscuro territorio de las leyendas… Mucho se ha escrito en torno a esta casa recogiendo tradiciones e historias que circulaban por la ciudad, las más conocidas son estas dos:
La primera leyenda trata sobre un amor al estilo español de lo que sería Romeo y Julieta. Puedes leerla aquí.
La segunda leyenda cuenta que, años después sucedió otra historia siniestra en el interior de la casa de las Muertes.
De nuevo, el protagonista se llama Don Diego, y ella doña Mencía. Don Diego es un joven valiente muy temido por sus enemigos en el combate, y un trovador apasionado que con sus versos vence la resistencia de las más firmes voluntades femeninas. Hasta que un día conoce a doña Mencía, una joven muy bella recién salida del convento. Contraen matrimonio y van a vivir en la que hoy conocemos como casa de las Muertes. Doña Mencía aprovecha las ausencias de guerra de su marido para divertirse con unos y con otros. Salamanca siempre ha sido una ciudad pequeña, y las habladurías llegan pronto a oídos de Don Diego, y regresa para preparar su venganza….Fotografía: ÓSCAR GARCÍA/ interior casa de las muertes
Los amantes de doña Mencía empiezan a aparecer misteriosamente muertos a los pies del balcón.
Don Diego es tan diestro en el combate, que sus víctimas no tienen tiempo ni de gritar. Nadie escucha nada y los cadáveres empiezan a amontonarse. Un día, Don Lope, quien seducido por los encantos de doña Mencía, está dispuesto a desafiar cualquier peligro por estar con ella, se encamina a la casa de las Muertes cuando es sorprendido por Don Diego.
—¡Defendeos, Don Lope!
Doña Mencía, mientras, despreocupada, espera ilusionada entre perfumes la llegada de Don Lope…
En ese instante Don Lope cae muerto en la calle. Don Diego, herido, da dos pasos hacia su casa y por un momento vacila. Parece que también va a caer, pero ayudándose de la espada recupera el equilibrio.
Doña Mencía sonríe al sentir que la puerta de su habitación se abre. Se vuelve para recibir a Don Lope, y empalidece al ver a su marido observándola, apoyado un brazo en la pared y la espada cubierta de sangre. Horrorizada adivina lo sucedido:
—¡No me mates! ¡No me mates, por favor!
Diego avanza hacia ella, pero cae al suelo. Mencía aprovecha para quitarle la espada y tirarla por el balcón. No puede evitar un grito al ver el cuerpo de don Lope tendido en la calle. Aterrada y llena de rabia se vuelve a mirar a Diego. Pero Diego ya no está allí…Fotografía: ÓSCAR GARCÍA/ casa de las muertes
Mencía busca a Diego con la mirada, pero no ve dónde está. De pronto Diego se abalanza sobre ella, le agarra el cuello y empieza a apretar con furia.
A la mañana siguiente los vecinos descubren el cuerpo sin vida de Don Lope tendido en la calle. Miran hacia la casa, y a través del balcón abierto ven muertos también a la pareja.
Él atenazando aún entre sus manos el cuello de ella, como si ni aún después de muerto estuviera dispuesto a soltar lo que creyó de su propiedad…
Fotografía: ÓSCAR GARCÍA/ casa de las muertesFotografía: ÓSCAR GARCÍA/ casa de las muertes